Pintura galante y rococó

 


 

 

Por Susana Benko.

La Marquesa de Pompadour era, además de noble cortesana, confidente y amante del rey, una gran promotora cultural. No cabe duda de que tuvo en Francia un rol importante en la corte del rey Luis XV. Lo cierto es que protegió a los escritores, favoreció el proyecto enciclopedista de Diderot y D’Alembert, fue amiga de Voltaire, impulsó la fabricación de las famosas porcelanas de Sèvres, organizó espectáculos, supervisó obras públicas y ella misma fue músico. Paralelo a todo esto, impulsó las artes plásticas ofreciendo importantes encargos a afamados pintores. Uno de ellos, François Boucher, le hizo uno de sus retratos más imponentes.

Boucher, el gran retratista del siglo XVIII, expresó en esa pintura la grandeza de Madame Pompadour. Ella se encuentra recostada sobre un diván que no vemos por el glamoroso vestido cuya falda lo tapa ocupando casi todo el primer plano. Un vestido, por cierto, de tela brillante, satinada, con flores estampadas con mucha minuciosidad. De fondo están los dorados cortinajes, el reloj enmarcado en un mueble de estilo claramente rococó. Esta pintura de Boucher toma como referencia la delicadeza cromática de Rubens, al trabajar la figura, su vestido y el ambiente con una gama cromática suave, poco saturada. Así, vemos a esta elegante dama entre dorados, rosas y sutiles tonos verdes azulados.

Esta obra es un ejemplo notable del arte cortesano francés del siglo XVIII. Difiere de la sobriedad clasicista que imperó un siglo atrás. Por el contrario, artistas como Antoine Watteau, Jean-Honoré Fragonard, además de Boucher, sustentaron su obra en la representación del lujo y de los decorados pomposos, acordes al ambiente fastuoso que los rodeaba. Se trata de un arte muy ornamental, de formas ligeras, pintorescas, inclinadas al galanteo y al placer de los sentidos. Se le ha denominado por ello pintura galante y pertenece al estilo rococó francés.

Watteau, Boucher y Fragonard son los pintores más destacados de este período. Cada uno a su manera, representó la vida como un goce sensual y placentero. Watteau, por ejemplo, inició el género llamado ‘fiesta galante’ pues representó escenas cortesanas en medio de paisajes idílicos. Mostraba reuniones en parques donde bellas damas y apuestos caballeros hacían gala de sus hermosas vestimentas hechos con magníficas telas y accesorios. Fragonard, discípulo de Boucher, expresó optimismo resaltando el gusto por lo frívolo, con encanto y sensualidad, además de refinamiento en todos los temas tratados. Sus pinturas son vibrantes, de colores claros y muy luminosas.

Sin embargo, estuvieron también conscientes de que la vida material es fugaz por lo que también han pintado temas como la fragilidad de la vida representando situaciones en ambientes velados y etéreos.