Engañar al ojo. Parte III

Por Susana Benko.
En nuestros dos relatos anteriores, hemos comentado sobre cómo varios artistas, a lo largo de la historia, han engañado al ojo con pinturas que representan tan fielmente la realidad, que el espectador llega a dudar sobre qué es real y qué es ilusión.
La década de los sesenta del siglo XX, tuvo una importancia capital en el devenir del arte contemporáneo. Entre las diversas tendencias que surgieron en aquel entonces, y que continúan realizándose hoy, está el hiperrealismo. Como vimos, este movimiento tiene como objetivo la representación exacta de la realidad. Y ello ocurre tanto en pintura como en escultura.
En esta ocasión nos centraremos en la escultura. Por lo general, en esta tendencia artística, el cuerpo humano es el centro de interés. En ello se incluye al retrato como fragmento corporal, o bien, grupos humanos que conforman determinadas escenas en sociedad. En muchos casos se incorporan objetos de uso cotidiano para reforzar aún más su conexión con lo real. Todo ello con la intención de dar un enfoque crítico y actual de la realidad. Estas esculturas parecen a veces tan reales que, de manera paródica o humorística, confunden al público visitante no solo por su laborioso detallismo, sino porque en algunos casos “cohabitan” o “interactuan” con él al compartir su mismo espacio.
Pionero en esta línea de trabajo es Duane Hanson, quien causó en sus inicios fuerte impacto por el sentido crítico de sus esculturas. Parecían ser “casi humanas” y su manera, a veces violenta de representar las figuras, vulneró la sensibilidad del público. Le siguieron otros escultores hiperrealistas como Ron Mueck, Maurizio Cattelan, las duplas Sun Yuan y Peng Yu, Daniel Glaser y Magdalena Kunz, entre muchos más. Ellos han trabajado sus personajes, sea desafiando la escala, como en el caso de Mueck, sea por su sentido crítico o bien, por la forma como interactúan con el espectador al otorgárseles movilidad.
El uso de la tecnología tiene entonces enorme importancia. La robótica, por ejemplo, está utilizándose cada vez más para dar mayor efecto de realidad. Dos exposiciones en París fueron notables: en 2022, el Museo Maillol realizó la muestra llamada Hiperrealismo. Esto no es un cuerpo. En la esquina de una de sus salas se encontraba una figura de un hombre enyesado sobre una silla de ruedas. Hablaba solo y parecía real por el movimiento de sus labios y ojos. Así lo concibieron los artistas Glaser y Kunz.
Más tarde, en 2024, durante la exposición El mundo como va realizada en la Bolsa de Comercio de París, trece ancianos, sentados sobre sillas de ruedas eléctricas, se desplazaban aleatoriamente por una de las salas expositivas sin chocar con los sorprendidos espectadores. No eran personas. Eran esculturas hiperreales hechas a escala por los artistas chinos Sun Yuang y Peng Yu. Vestían a la usanza de diversas culturas y religiones. Se mostraban apáticos y algunos dormidos sobre sus sillas. Con ellos, estos artistas quisieron parodiar a los líderes que encarnan de forma inoperante el poder político, militar y religioso del mundo de hoy.
