El Colombismo de un poeta (VII) una cuenta regresiva futurista

Con la poesía de la primera vanguardia hispanoamericana, además de las correspondencias señaladas en las entregas anteriores de la serie, Baedeker 2000 comparte también las grandes vistas aerostáticas, los viajes que enlazan itinerarios donde las ciudades distantes se encuentran en un mismo circuito de conexiones y superposiciones y el mundo se globaliza y se localiza al mismo tiempo, como ocurre en esta postal titulada “Bogotá-Caracas”:
Railes.
Un pañuelo
desnatado de todas las nubes.
Ventanillas
pespunteadas de paisajes.
Un frío y un calor
en un rincón de viaje sin viajero.
Sobre los Andes
el tren espanta la nidada de aviones.
Criollazas calentanas
resoban el hallazgo del frailejón recordadero.
Voces.
Alemán, inglés, ruso.
Por las cien ventanillas,
el tren va acribillando de idiomas
a la tierra del Día Siguiente.
Sobre el seno de la viajera oscura
se vacía el atisbo azul del paramero.
Al cruzar la frontera
repica la fractura de un cristal inefable.
Mediodía:
el tren y el sol se cruzan y permutan sus tierras.
Toda la sección de poemas de Baedeker 2000 reunidos bajo el intertítulo “Touring club-Itinerarios”, rebosa de este tipo de estampas panorámicas donde el internacionalismo vanguardista encarna en imágenes impregnadas de un claro optimismo ecuménico: los pueblos se unen, las fronteras se diluyen, las diferencias de idiomas no son obstáculos para dirigirse en línea recta hacia la siempre promisoria tierra del Día Siguiente. El no tan lejano año 2000, frontera emblemática del pulso prospectivo de un libro tan futurista como éste, muestra sus paisajes de progreso en las propias costas venezolanas, abiertas en potente irradiación hacia el vasto mundo transoceánico, como podemos leer en el poema titulado precisamente “Costas”:
Costa del año 2.000,
barda floreada con la flor del muelle.
Costa venezolana, cabeza de Sur América,
terminal de todos los caminos del mundo.
Los marinos la buscan con mirada de proa
como si sus bahías hicieran dulce el agua.
Hay tantos barcos
que las olas hacen cola para entrar en los golfos.
Cifra de esta entusiasta proyección imaginaria hacia un futuro emancipado, el poema que sigue, parco, craso y casi cabalístico, con su criptograma antimonárquico anarquista, es una proeza de síntesis profética. Se titula “Monarcas” y todo en él es número y cuenta regresiva:
1930: 17
1940: 6
1960: 2
1980: 0
2000: ¿Dios?
La potencia lúdica y humorística de este poema cuyo único signo verbal es la palabra Dios, pone en evidencia la capacidad de síntesis expresiva alcanzada por Blanco en Baedeker 2000, libro que merece formar parte con todo derecho, tal como esperamos haberlo demostrado a lo largo de nuestro periplo por sus complejos paisajes futuristas, del complejo catálogo de los libros de la vanguardia poética hispanoamericana del siglo XX.
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