Iglesia san Vital de Ravena

 


 

 

Por Humberto Ortiz.

En el 527 fue coronado, en Constantinopla, Justiniano I (483-565), quien asumió ser el sucesor de los césares romanos y, por tanto, el soberano de todo el imperio, aunque varias provincias estuviesen, temporalmente, bajo el gobierno de los vasallos traidores; con estas ideas decide, en nombre de la verdad cristiana, restaurar el antiguo poder de Roma. En el 540, su ejército depone a los ostrogodos de Ravena, quienes los siguientes años reconquistan brevemente la ciudad, para, en el 552, volver a caer definitivamente ante las fuerzas del cristianismo imperial.

Esta iglesia se había levantado alrededor del 526 sobre un templo del siglo I dedicado al mártir San Vital que fue incorporado a la nueva estructura. Se desconoce quién o quiénes fueron los arquitectos, pero la obra, finalizada veinte años después, muestra una lúcida combinación de estilos tradicionales, lograda con nuevas técnicas de levantamiento de templos que habían sido ya probadas en la capital del imperio oriental. Desde su consagración en el 547 fue el templo oficial del nuevo gobierno ortodoxo de la ciudad.

La Iglesia de san Vital de Ravena tiene la planta octogonal propia de las sepulturas romanas de los mártires. El número ocho se relacionaba con la resurrección.

El exterior es sobrio y de dos pisos, está hecho de ladrillos, salvo la cúpula que está formada con tubos de cerámica, insertados unos en otros y dispuestos en forma de espiral concéntrica; tiene casi dieciocho metros de altura. La sostiene y la oculta un cimborrio también octogonal. El edificio está rodeado de grandes ventanales de arcos de medio punto en las dos plantas, así como en todas las paredes que forman el cimborrio, lo que garantiza una buena iluminación interior. Los muros están reforzados con grandes arbotantes.

El atrio que antecedía a la iglesia se hizo un claustro benedictino en el siglo X. La entrada principal era por un nártex descentrado al oeste: el lado de las tinieblas. Ese espacio formaba un rectángulo tangencial donde se abrían dos puertas al interior de la iglesia: la del lado de los evangelios, para los hombres; la del lado de las epístolas, para las mujeres; si estaban casadas ellas podía asistir a misa con sus maridos desde la tribuna, a la que se llegaba por las torrecillas a los extremos del nártex; una fue sustituida por un alto campanario en el siglo XIII.

En el lado del nacimiento del sol sobresale un ábside poligonal, algo más alto que el techo del templo y flanqueado por dos torrecillas rectangulares seguidas por dos capillas circulares más bajas. Al lado de la torrecilla norte hay una entrada al templo; otra puerta está en el lado sur de la construcción.

El aspecto de la iglesia muestra un complejo arquitectónico organizado y centralizado alrededor de la gran cúpula que simbolizaba el cielo.