Cristo en la Iglesia san Vital de Ravena

 


 

 

Por Humberto Ortiz.

En el siglo V, la polémica sobre la doble naturaleza de Cristo se avivó cuando, en el 448, surgió el monofisismo que negaba la distinción entre lo divino y lo humano de Jesús; defendía que en él, ambas naturalezas formaban otra distinta y única. La doctrina fue aceptada por algunos cristianos de Alejandría que, tras la disputa con el Nestorianismo que negaba la divinidad de María y diferenciaba al Jesús hombre del Jesús Dios1, se empeñaban en afirmar la íntima unión de las dos naturalezas del Señor.

El Concilio de Calcedonia del 451, ratificó la doble naturaleza del hijo de Dios y decretó que Constantinopla tendría privilegios semejantes a los de Roma, por ser la sede del poder imperial. Este canon provocó el rechazo de las iglesias de Alejandría, de Antioquía y de Jerusalén y, en el 484, ocasionó la primera ruptura entre los cristianos de oriente y de occidente2. El monofisismo siguió expandiéndose a ambos lados de las costas mediterráneas y llegó a ser la doctrina personal del emperador Anastasio I (430-518).

Al ser coronado en el 527 por el patriarca de Constantinopla, el emperador Justiniano I (483-565) se propuso recuperar al papado de Roma, que estaba bajo el dominio político de los ostrogodos, y consideró que la expansión del criterio monofisita que promovían algunas iglesias en Egipto, ponía en duda la unidad cristiana.

El arte musivario de la Iglesia de San Vital de Ravena, ciudad reconquistada por Justiniano I, muestra tres imágenes distintas del Mesías.

En la clave del arco de acceso al presbiterio se ve un medallón con el rostro de un Cristo barbado, de cabello oscuro y largo3. En el intradós hay medallones con los rostros de los apóstoles, seis a cada lado; dos santos locales se unen al séquito sagrado.

En la cúpula sobre el altar hay un cordero blanco con un nimbo dorado, sobre un fondo azul con estrellas; es el agnus Dei. Lo rodean guirnaldas de hojas y frutos. En cada paño de la bóveda de crucerías, ángeles, de pie sobre unas esferas, elevan los brazos hacia el cordero. En dos paños el fondo es verdeazulado, en los otros es dorado; los cuatro están llenos de flores y plantas. La imagen alude al paraíso terrenal que rodea al cordero santo.

En el ábside hay un Cristo imberbe sentado en una esfera azul, está vestido con la púrpura imperial y tiene un pergamino en la mano izquierda. Lo flanquean dos arcángeles. A un lado está San Vital con una túnica que le cubre las manos, con las que recibe de Jesús la corona del martirio. Al otro lado vemos al obispo Ecclesio, quien porta un modelo de la iglesia. Los nombres están escritos en un fondo dorado, símbolo de la gloria divina.

La escena está dibujada sobre un suelo verde, bañado por cuatro ríos que brotan bajo la esfera flotante que sirve de asiento a Jesús. Es la imagen de un joven Cristo sabio como centro absoluto del cosmos.



1Resuelta en el Concilio de Éfeso del 431.
2 Es conocido como el Cisma Acaciano, provocado por el edicto imperial el Henotikon o “Edicto de unión”, promulgado por Zenón (425-491) en el 482, pero inspirado por el patriarca de Constantinopla entonces, Acacio (¿?.489). La intención fue calmar las disputas entre las distintas iglesias del norte de África, aceptando la Trinidad, pero sin aludir nunca a la doble naturaleza de Cristo. La ambigüedad molestó al Papa romano Félix III (¿?-492), quien ni siquiera era mencionado en el documento y decide excomulgar a Acacio.
3Es el modelo del Cristo siríaco, un tipo iconográfico procedente de Siria que, con el tiempo, será el más usado.