Beato, comentario iluminado al Apocalipsis

 


 

 

Por Humberto Ortiz.

Beato era un monje del Monasterio llamado hoy Santo Toribio de Liébana, en Cantabria. En pleno avance musulmán por la Hispania medieval, él escribe un Comentario al Apocalipsis de San Juan en dos versiones: una en el 776, la otra hacia el 786. Desde comienzos del siglo X hasta el siglo XIII, este trabajo fue copiado en los cenobios hispánicos del norte y desde allí se difundió por los caminos de peregrinaje a Santiago de Compostela.

De la vida de Beato de Liébana no se sabe casi nada. Fue reconocido a finales del siglo VIII por su ataque contra la doctrina adopcionista, que en ese entonces negaba la Santísima Trinidad y asumía que Cristo sólo podía ser hijo adoptado de Dios. Carlomagno convocó dos concilios y un sínodo para condenarla como herética. Los escritos de Beato fueron fundamentales para sustentar tal sentencia.

El comentario que escribe Beato sobre las revelaciones joánicas está hecho con extractos de los textos que se conocían sobre el escrito del evangelista. El autor admite que su labor fue articular a los ilustres sabios en aras de hacer “más claro y transparente” el libro bíblico. Su intención era reducir la ambigüedad de la letra sagrada y explicar su sentido religioso.

La interpretación que hace Beato delimita las imágenes al espacio y reduce la fuerza de los acontecimientos relatados; pretende así eliminar el aspecto temporal y ofrecer una forma espacial precisa y directa. De esta manera el efecto en el lector se acerca más al discurso místico y la doctrina se hace más evidente.

“Beato encarna una típica tendencia medieval, para la que la imaginación –incluso la teológica- es eminentemente visual.” Sus comentarios alientan la agudeza simbólica y alegórica que permite al lector armar sentido sobre los enigmas planteados por la secuencia anecdótica del libro, plena de alucinantes imágenes mezcladas y consecutivas.

Se conocen más de treinta manuscritos de este comentario al Apocalipsis, de algunos sólo quedan fragmentos. A cada uno se le llama “Beato”, en honor al autor original. Casi todos están ilustrados.

Aunque no se conservan las versiones de Liébana, el escrito se ha convertido, gracias a las miniaturas agregadas en los distintos monasterios, en un registro de la labor pictórica del románico español, desde donde puede vislumbrarse la influencia del estilo mozárabe en el continente europeo.

Las ilustraciones varían en cada manuscrito y muestran distintas versiones de los mismos temas. Son retratos de monstruos infernales y eventos del fin de los tiempos. Las figuras son planas, muy alejadas de lo natural, trazadas con líneas oscuras y cargadas de una intensa expresividad. Se emplean fuertes contrastes de colores que iluminan las páginas. Hay muchos influjos estilísticos que se superponen y crean un encanto visual que invita a la meditación.

Los libros de los Beatos ofrecen un hermoso panorama apocalíptico que ha quedado en las honduras del imaginario colectivo de la cultura europea.