Constantino Cavafy, un griego de Alejandría

 


 

 

Por Álvaro Mata

Aunque considerado el renovador de la poesía griega en la contemporaneidad, es una paradoja que Constantino Cavafy no haya nacido en Grecia sino en Alejandría, Egipto, en 1863, en una colonia helena numerosa y próspera, enclavada en el mundo árabe.

En apariencia, la de nuestro poeta fue una vida sin mayores sobresaltos: trabajó como funcionario en el Ministerio de Obras Públicas egipcio y realizó algunas gestiones como corredor de bolsa. Pero mientras tanto escribía y corregía obsesivamente.

Cavafy solo publicó dos pequeñas plaquettes, y circuló sus poemas impresos en hojas volantes, que hacía llegar a sus amigos y lectores interesados.

Una de las constantes más distintivas y atractivas de esta poesía es la revisión de los mitos clásicos y del pasado histórico, en contraposición con el mundo y la realidad actuales. Lo de Cavafy es volver la mirada hacia atrás para demostrar, a la luz de los sucesos de hoy, que la historia es cíclica y que la experiencia humana es intemporal.

La obra de Cavafy la constituyen 154 poemas, que fueron publicados póstumamente en Alejandría en 1935. A pesar de la reticencia para dar a conocer su obra en vida, los poemas de Cavafy se reeditan, se traducen y se leen cada vez más. Para muestra de su obra, leamos el poema “La ciudad”:

La ciudad

Dijiste: “Yo iré a otra tierra, a otro mar.
Otra ciudad mejor que esta ha de hallarse.
La fatalidad condena, aquí, todos mis esfuerzos;
y mi corazón –como un muerto- está bajo tierra.
¿Hasta cuándo permanecerá mi espíritu en este marasmo?
Hacia donde dirijo la mirada, en todas partes
sólo veo los negros escombros de mi vida aquí
donde he pasado tantos años, destruido y perdido”.

Nuevos lugares tú no encontrarás, ni otros mares.
La ciudad te ha de seguir: vagarás por estas mismas calles,
en estos mismos barrios envejecerás
y bajo estos mismos techos habrás de encanecer.
Siempre en esta ciudad terminarás. En cuanto a ir a otra parte
-ninguna esperanza- nada de barco, de ruta para ti.
Como arruinaste tu vida en este pequeño rincón,
En toda la tierra también la destruiste.