La autonomía creadora de Mercedes Pardo.

 

 

 

Por Susana Benko.

En 2007, dos años después del fallecimiento de la artista Mercedes Pardo, escribí una nota para la revista “Arte al día” en la que destaqué algunos de los aspectos más admirables de su obra. En ese entonces, lo primero que señalé fue su autonomía creadora, pues esto llama la atención considerando que fue esposa de Alejando Otero, un hombre que ejerció enorme influencia en el devenir del arte venezolano. En efecto, en 1950, en París, Mercedes permaneció silente pero solidaria ante las proclamas que los artistas inconformes escribían para la naciente revista “Los Disidentes”, en la que expusieron sus desacuerdos respecto a la enseñanza recibida en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas, además de su defensa del arte abstracto. Su matrimonio en 1951 con Otero no alteró los objetivos iniciales que ella tenía cuando decidió estudiar arte en Francia. Con el pintor André Lothe conoció a fondo los fundamentos de la pintura moderna. Es cuando toma la decisión de abandonar el arte figurativo y opta por la abstracción, sin la rigidez y precisión geométricas como la trabajaron sus compatriotas en París. Por el contrario, ella asumió el arte con suma libertad. En el año 2001, confesó a la curadora Ruth Auerbach lo siguiente: “nunca hice las cosas por rebeldía sino por pura convicción… soy una persona que antes que nada amo mi libertad”.

Esta independencia la llevó a realizar obras informales a mediados de los años cincuenta mucho antes de que este movimiento se consolidara en el país en la década de los sesenta. En ese entonces, la gestualidad, la textura y la materia definían su pintura mientras que la huella, descubierta por azar al pisar un clavo viejo sobre un papel, dio pie a que creara doce libros “zodiacales” estampados por medio del frotado de pequeños objetos como tornillos, tuercas, clips, etc. Precisamente esta obra, llamada Signes, la inicia en el mundo de la gráfica, cuya amplia producción serigráfica, que arranca luego en 1969, constituye buena parte de su trabajo centrado en el color.

Además de esa obra de carácter informal, realizó collages que en cierto modo auspician la idea de componer obras a partir de fragmentos, lo que la lleva luego en pintura a estructurar superficies por medio de planos de color. De allí su geometría instintiva, que, al cambiar el óleo por el acrílico, le facilita diferenciar tonos y matices en su trabajo con el color. El resultado es una obra sin accidentes, sin texturas y con mucha vitalidad.

Mercedes Pardo, además de pintora y artista gráfica, trabajó otros medios como esmalte en metal, escenografía y vestuario para obras de teatro, y una interesante obra integrada a la arquitectura. Vale la pena mencionar los vitrales que están en la Estación La Hoyada del Metro de Caracas. Con ellos, la luz y el color se expanden en esos espacios a plenitud.