Gego. El espacio como tema

 


 

 

Por Susana Benko.

El arte abstracto geométrico forma parte de la tradición moderna del arte venezolano. Desde los años cincuenta a la actualidad, son muchos los artistas que han sustentado su obra en el color, la materia y la creación de formas a partir de la geometría. Otros, como en el caso que trataré a continuación, asumen el espacio como centro de reflexión para expresar lo esencial con mínimos recursos.

Con esto me refiero a la obra de Gertrude Goldschmidt, más conocida como Gego. Nacida en Hamburgo en 1912, se graduó de Ingeniero con mención Arquitectura en la Universidad de Stuttgart en 1938. Un año después emigró a Venezuela, donde residió hasta su muerte en agosto de 1994. Fue en Caracas donde desarrolló la obra que la consagra como una de las maestras del arte moderno reconocida internacionalmente.

En los años cuarenta, Gego se dedicó al diseño de muebles, objetos y luminarias. También realizó algunos proyectos de arquitectura. Con el diseñador y artista Gerd Leufert, su compañero de vida, vivió en Tarma entre 1953 y 1955, donde realizó pintura figurativa, en especial paisajes, gouaches, obra gráfica y algunos collages abstractos. En 1956, ya en Caracas, se centró de manera sensible en la abstracción. La trabajó de muchas maneras: hizo dibujo, acuarela, grabado, escultura, redes o mallas y ambientaciones integradas al espacio arquitectónico. En este relato me detendré en su obra tridimensional.

En sus esculturas iniciales estaba ya presente su interés por el espacio. Éste se manifiesta o se “activa” a través de líneas paralelas que se repiten sistemáticamente, algunas realizadas con tiras de aluminio, otras con varillas de hierro o de acero pintado en grosores diversos. En algunos casos, éstas generan planos que se intersectan; en otros, más bien, sus formas curvas u onduladas se perciben con cierto dinamismo o movilidad. Más adelante utilizó alambre de acero inoxidable o de aluminio. Realizó varias series, unas muy orgánicas por la alusión directa a la naturaleza como en “Troncos” y “Chorros”; en otras, el criterio fue puramente espacial al crear “volúmenes vacíos”, sugeridos mediante finas redes o retículas tal como vemos en sus “Esferas” y “Reticuláreas”. Nada más alejado de la obra de Gego que una escultura basada en la masa y el volumen. Con el anudamiento de los alambres, generalmente en forma triangular, creó estructuras que podían “crecer orgánicamente” en forma modular, así como ocurre en el mundo natural.

En Gego, la obra es la estructura y por ello la incidencia de la luz adquiere importancia. Sucede en sus “Dibujos sin papel” como en piezas a escala urbana. En cualquiera de sus modalidades y formatos, se revela el dominio que la artista tenía del espacio, de la proporcionalidad y de la geometría. De allí su cualidad sublime, etérea e inmaterial.