Duchamp y Picabia en Nueva York

 


 

 

Por Susana Benko.

En 1913 los artistas franceses Marcel Duchamp y Francis Picabia viajaron a Nueva York para participar en la Exposición Internacional de Arte Moderno, más conocida con el nombre de Armory Show. Nueva York fue para estos dos artistas una ciudad atractiva por su modernidad y dinamismo. Entonces estaba en desarrollo una interesante vanguardia neoyorquina, encabezada por los fotógrafos Alfred Stieglitz y Man Ray, quienes apoyaban las nuevas tendencias artísticas. Con Ray entablaron buena amistad y comenzaron a realizar obras poco convencionales, de manera que conformaron el grupo Dadá de Nueva York.

Duchamp causó conmoción en el Armory Show con su obra Desnudo bajando la escalera, realizada en Francia en 1912. Esta pieza pertenece a su temprana etapa cubo-futurista, cuando aún ejercía su oficio de pintor, antes de dedicarse de lleno a sus famosos objetos conocidos con el término Ready Made. La obra causó sensación pues rompía esquemas al mostrar a una figura ambigua, mezcla de hombre y máquina, representada en facetas sucesivas para dar idea de su desplazamiento.

Representar una máquina como sustituto de la presencia humana e incluso de sus afectos, será una constante en las obras de Duchamp. También en las de Picabia a partir de 1915 hasta 1922 aproximadamente. Ambos desechaban las expresiones emocionales en el arte. El sentimentalismo era para ellos intolerable. Mientras Duchamp abogaba por un “arte inteligente”, basado en asociaciones y conceptos, demostrando así su temperamento sistemático y cuestionador, Picabia era dado a la experimentación y a los cambios de estilo constantes. Sin embargo, la máquina como expresión de emociones era un interés compartido. Tal vez se burlaban así de la ciencia y de los avances de la tecnología o, más bien, de los convencionalismos románticos en el arte. En todo caso, su postura comporta una ironía con respecto a la relación del hombre con la máquina, y a través de ésta tomaron distancia ante cualquier_expresión de afecto con cierto humor y sarcasmo. Un ejemplo de esto es la pieza Parada amorosa, de Picabia realizada en 1917. En ésta, el artista representa a una máquina en actividad, y con ella expresaba, según algunos analistas, un “frenesí sexual” de pistones y palancas como símbolo jocoso de un nuevo erotismo dinámico.

La máquina se convirtió entonces en símbolo de modernidad. La vida cotidiana se volvió más agitada y la percepción del tiempo más fugaz. Muchos artistas de vanguardia buscaron un lenguaje en sintonía con el tiempo que les tocó vivir. Ante esto, tal vez la ironía fue la respuesta de Picabia y de Duchamp, y para este último, llegar así al silencio reflexivo.