Arte objetual y arte conceptual

 


 

 

Por Susana Benko.

El arte contemporáneo ha tenido variaciones radicales a partir de los años sesenta del siglo XX. Arte de difícil apreciación, aceptación e incluso comprensión. La idea misma sobre lo artístico es puesta en entredicho y es tema de reflexión. Ello de algún modo explica su carácter experimental y cuestionador, así como sus múltiples medios de expresión que van de lo objetual a lo conceptual. Lo cierto es que varios artistas han querido desafiar el concepto de obra de arte como una pieza material percibida sólo visualmente.

En su acepción objetual, el artista puede asumir la creación como un acto individual o colectivo, trabajando con medios tradicionales o bien con materiales “no artísticos” como los que provee la naturaleza o bien manufacturados o industrializados propios del consumo popular, entre muchos otros más. Asimismo, las nuevas tecnologías tienen interés especial para crear obras plurisensoriales que activan otros sentidos además de la visión. El artista contemporáneo, sin duda, plantea una importante libertad de elección.

El arte conceptual, por otro lado, si bien recurre en ocasiones al objeto, privilegia la idea, la palabra. Los artistas originarios de esta tendencia concibieron la obra no tanto para ser vista sino para ser “vivida”, pensada o leída. Esta relación de arte y concepto, si bien al inicio era sobre todo escritural, ha adquirido con el tiempo opciones muy diversas. Ejemplo de ello es el arte efímero visto como un acontecimiento. Con esto queda trastocada completamente la idea de una obra perdurable en el tiempo: la obra pasa, no queda. Ocurre en los llamados “happenings” y “performances”, términos que se mantienen en inglés, para referir a medios expresivos en los que el cuerpo del artista —o de un colectivo— se asume como protagonista y a la vez como soporte de la obra. De igual manera, sucede con las intervenciones espaciales, sea en una sala de exposición o en un paisaje natural o urbano. Son eventos transitorios que “perduran” a través de fotografías y videos para ser, finalmente, un recuerdo, un testimonio.

El arte contemporáneo, siendo en esencia un arte que maneja conceptos, generalmente es reflexivo y crítico. Cuando así ocurre, los temas suelen ser muy heterogéneos. Se pasa de problemas estéticos y formales a la puesta en cuestión de diversas situaciones tales como el sistema especulativo del mercado del arte, los derechos civiles de las llamadas “minorías” (término con que se hace referencia a personas generalmente discriminadas según raza, religión, orientación sexual, entre otros), problemas ecológicos, la globalización y la ética en los medios de comunicación, entre muchos otros asuntos más. Es así como el artista contemporáneo se desenvuelve entre lo diverso y lo híbrido, entre la materia y la idea, entre lo perdurable y lo efímero. Arte de contradicciones, en resumen: de difícil apreciación, aceptación e incluso comprensión.