Arte y ornamento (I). Arte islámico

 

 

Por Susana Benko.

El ornamento ha tenido a lo largo de la historia del arte enorme importancia no sólo como detalle significativo en obras figurativas sino como estudio de formas y patrones en manifestaciones abstractas. Uno de los ejemplos emblemáticos son los decorados en el arte y en la arquitectura islámica.

Casi todas las expresiones artísticas pertenecientes a esta cultura se rigen bajo la religión musulmana. Ésta se sustenta en la palabra de Dios revelada a través de su profeta Mahoma, quien, a mediados del siglo VI d.C., logró que el desmembrado pueblo árabe se uniera por medio de la práctica de una lengua común y por la creencia en un sólo Dios, Alá. El mensaje de Dios se halla contenido en el “Corán”, libro sagrado que se recita. La oración es una de las actividades diarias que realiza el creyente musulmán, razón por la cual se construyeron las mezquitas, lugares de culto de los seguidores de la fe islámica.

Esta cultura presenta gran riqueza y complejidad en sus expresiones culturales: en la arquitectura y decoración interior, en el arte del libro y la ilustración, en la cerámica y en la creación de objetos, muchos de los cuales se remontan a principios del siglo VII.

La religión tiene un papel preponderante. Salvo muy contadas excepciones, las imágenes que representan figuras humanas están prohibidas. La idea con ello es evitar la idolatría y enfocar la atención en la palabra de Alá y en las enseñanzas de los profetas. Por esta razón, no existen esculturas ni pinturas figurativas dentro de las mezquitas. La relación del hombre con Dios se da mediante el rezo y no requiere, según su doctrina, imágenes intermediarias. No obstante, en objetos como cajas o en el arte del libro –en los que se pinta, se escribe o se encuaderna– se realizaron maravillosas imágenes de personajes y elementos propios de su cultura.

Muchas de estas piezas se caracterizan por su suntuosidad: obras en marfil delicadamente talladas, cerámicas con reflejos de oro y adornadas con azul de China; jarrones y vasijas de metal con incrustaciones de oro y de plata. Por otro lado, la exuberancia figurativa se manifiesta de manera elocuente en las miniaturas pintadas, en las que están representados paisajes, jardines e incluso escenas cotidianas en los palacios.

La caligrafía, por otra parte, ha sido transferida a otros soportes distintos al papel: a la cerámica, al arte textil e, incluso, a la arquitectura vista en mosaicos y en el decorado en paredes, arcadas, nichos o ventanas. Justamente en estos espacios es donde mejor se adoptan los patrones geométricos reproducibles hasta el infinito. Arabescos y elementos vegetales rompen la monotonía y se distinguen por crear ámbitos de color, exuberantes en formas, y en muchos casos de luz.