Malcolm Lowry. Novelista de su vida (3)

 


 

 

Por Rafael Castillo Zapata.

Las vidas no se escriben sólo por quienes las viven mientras las viven y las viven mientras las escriben, como Lowry, que vivió y escribió su vida en sus novelas, que son y no son, como dijimos, a su modo, autobiografías.

Más allá de ellas y en su entorno y en la estela que dejaron las vicisitudes novelescas del aquel hombre que se escribió y se reescribió a sí mismo en sus libros, están las biografías que nos dan de esa vida una visión tal vez más sosegada por la distancia y más objetiva por la mirada técnica del historiador y del crítico que establece vínculos y trama redes de relaciones entre los diferentes aspectos de la vida y de la obra de un autor, algo que él mismo, a pesar de la lucidez con la que asume la invención de sus magníficas mentiras, no es capaz de hacer con entera libertad, ya que se encuentra implicado y complicado en la materia sobre la que trabaja.

El biógrafo, en cambio, escribe vidas ajenas y deja a un lado la suya a la hora de levantar la de aquél en quien concentra sus esfuerzos. Es lo que hace, precisamente, Gordon Bowker en su vasto y completísimo Perseguido por los demonios. Vida de Malcolm Lowry, que me ha acompañado, como brújula eficiente, para orientarme en los tremedales vitales y literarios de este autor que tanto me seduce.

Mientras la releía, para apoyarme en la escritura de estos microgramas, de manera recurrente me asaltaba la sensación y la convicción de que Bowker la había tenido fácil en su faena, pues, para escribir la vida de Lowry, no tenía que recurrir sino a esos libros en los que el propio Lowry escribió su obsesivo y excesivo autorretrato.

Y, de hecho, buena parte de su exploración de las andanzas de Lowry apela de manera reiterada a la identificación, de la vida de los personajes con la vida de su autor, apoyándose en lo que viven ellos para construir la vida de quien, al escribirlos, los hizo vivir.

Pero la fortuna de Bowker, no radica sólo en este regalo que la peculiaridad creadora y existencial de Lowry le pone en bandeja, digamos, al biógrafo ambicioso. Lowry le lega además a él, como a todos los posibles o probables curiosos e impertinentes lectores de su obra y de su vida, una abundante literatura secundaria que le permite acceder a los más escondidos datos y noticias de su hombre: cartas, confesiones, prólogos, testimonios de terceros.