El baptisterio neoniano de Ravena

 

La imagen teatral

 

 

Por Humberto Ortiz.

Los evangelios destacan a Juan Bautista como el profeta que ofrecía a los creyentes en la inminente llegada del mesías, un baño en el río Jordán. Ese rito era signo de la conversión del alma para recibir la “buena nueva”. La vida pública de Jesús de Nazaret se inicia cuando, con humana humildad, se hace bautizar por Juan.

Luego del 312, tras la conversión de Constantino (272-337), proliferaron por el Imperio romano los baptisterios como construcciones adyacentes a los templos de la nueva religión, lo que impulsó la iconografía bautismal durante la segunda mitad del siglo IV. Cuando en el 380 Teodosio I (347-395) hace del cristianismo la religión del estado,1 el valor social de este sacramento estaba ya completamente aceptado. Era costumbre de la iglesia entonces hacer el bautismo por inmersión y dentro del recinto se abría una pileta para recibir a los neófitos.

Este baptisterio fue mandado a construir en ladrillos sobre unas termas romanas, por el obispo Ursus, a finales del siglo IV. Desde el 402, Ravena se hizo el centro del poder en occidente. En aquellos tiempos el imperio transitaba hacia su división definitiva. El obispo muere en el 425 sin terminar su labor.

El baptisterio de los ortodoxos, como también se le conoce, es de planta octogonal y está coronado con una cúpula recubierta con techos inclinados. Se le llama neoniano por el obispo Neone, quien se ocupó de concluirlo entre el 450 y el 475; se añadieron en ese momento las decoraciones interiores.

El arte musivario de la cúpula alude al valor fundante del primer sacramento dentro de la iglesia cristiana. Está conformado por tres círculos concéntricos.

En el medallón central aparece Jesús con aureola y con barba, completamente desnudo y medio cuerpo dentro del agua. A la izquierda, vemos a Juan Bautista con nimbo, parado sobre unas rocas; está vestido con una tela sujetada al hombro izquierdo y a la cintura derecha, descubriendo ese lado del torso y la pierna. El oficiante sostiene con la derecha una pátera sobre la cabeza del mesías y sobre su mano se ve al “Espíritu como una paloma que desciende” (Marcos 1:10), en picado. El bautista sostiene, a su izquierda, un báculo muy adornado, en forma de cruz.

A la derecha aparece un hombre de cabellos blancos, con una caña, un paño y medio cuerpo sobre el agua, debajo no se ve nada. Se le identifica con el río Jordán por la palabra escrita sobre él. La personificación del río se interpreta como una alusión a la tradición grecolatina; aunque está avalada por algunos versículos del antiguo testamento (Salmos 114).

El fondo de toda la escena es de color dorado.

En el círculo que rodea al medallón están los apóstoles en solemne procesión. Cada uno lleva una corona de martirio entre las manos cubiertas por sus túnicas. Sus cabezas, sin nimbos, están dibujadas sobre una tela blanca. Los nombres aparecen sobre un azul oscuro. La escena quiere simbolizar el triunfo de la iglesia cristiana.

En el tercer círculo se alternan representaciones de altares y tronos vacíos.2



1El 27 de febrero de 380 promulgó el Edicto de Tesalónica.
2Etimasia o Hetimasia (preparación en griego): Un trono vacío y ocupado por símbolos cristianos y alusiones imperiales, fue un tema iconográfico muy usado en el primer cristianismo oriental, aludía a advenimiento de Cristo para el Juicio Final (Parusía).