Venezuela en la Bienal de Venecia

 


 

 

Por Álvaro Mata

Fue en el año 1895 cuando se realizó la primera Exposición Internacional de Arte de la ciudad de Venecia, Italia, con ánimos de estimular la creación plástica. A partir de entonces, el evento se repitió cada dos años (de allí su nombre de “bienal”), con miras a la “elevación de la cultura y del gusto por el arte y por su valoración”, según uno de sus principios fundacionales. Comenzando su andar con tan buen pie, el futuro estaba garantizado, por eso la Bienal de Venecia es una especie de Meca a donde las naciones peregrinan orgullosas de su patrimonio artístico.

La entusiasta y sostenida acogida a la cita llevó a varios países participantes a edificar sus pabellones permanentes en los espacios expositivos de Los Jardines.

Venezuela, entonces bullente país petrolero, no podía quedarse atrás. Y es así como Graziano Gasparini, apasionado estudioso de la arquitectura colonial latinoamericana, se encargó de las gestiones ante los organismos oficiales para la construcción del pabellón del Estado venezolano en suelo europeo.

Aprobada la solicitud, el célebre arquitecto italiano Carlo Scarpa se encargó del trabajo en Venecia. El resultado fue un edificio de tres salas recubiertas con mármol blanco, iluminadas con luz natural, que fue declarado Patrimonio Cultural de Italia.

La muestra de Venezuela, el primer país latinoamericano con pabellón propio en Venecia, abre al público en el año 1956, con obras fundamentales para su tradición pictórica, como las de Armando Reverón, Francisco Narváez, Marcos Castillo, Héctor Poleo, Mateo Manaure, Rafael Monasterios, Carlos González Bogen y Oswaldo Vigas.

Otros nombres ineludibles de la plástica del siglo XX que han representado al país en Venecia son Jesús Soto, Alejandro Otero, Carlos Cruz-Diez, Marisol Escobar, Alirio Rodríguez, Luisa Richter y Jacobo Borges, aunque la lista es muy extensa.

Desde su debut en la Bienal, la calidad y la solidez de las propuestas del pabellón nacional han acaparado el interés de la crítica mundial. No otra cosa está en exhibición que el nombre de Venezuela encarnado en la belleza de su arte.