Museo Sacro de Caracas

 


 

 

Por Álvaro Mata

Ubicado en las esquinas de Torre a Gradillas, en el costado sur de la Catedral del centro de Caracas, se encuentra el Museo Sacro, un oasis cargado de misterio enclavado en la ruidosa ciudad.

Originalmente, en el siglo XVI, el terreno fue ocupado por el cementerio de la Catedral, del que se conservan “la cripta de los obispos y otras dignidades” y un osario con un pasadizo que comunica a la Capilla de San Pedro de la Catedral. De igual forma, en el hoy museo funcionó la cárcel de eclesiásticos a principios del siglo XVIII, que aún se mantiene en pie y en cuyas paredes se pueden observar inscripciones y símbolos masones. Luego, en el año 1888 se construyó la Escuela Episcopal, y finalmente, en 1921, el edificio se convirtió en sede del diario La Religión, hasta que a mediados de 1960 el lugar fue abandonado. Con toda esta historia a cuestas, en los años 80 la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Artístico de la Nación declaró al edificio Monumento Histórico Nacional y autorizó su restauración.

Ramón Paolini fue el arquitecto a cargo de la rehabilitación y recuperación del Museo Sacro. A medida que avanzaban los trabajos, quedaron al descubierto el cementerio en el patio central y la fosa común, que se supone depósito secundario de las osamentas del camposanto. Al día de hoy, existen dos osarios aún no investigados, cuyo elocuente silencio nos grita que tiene una historia que contarnos.

Finalmente, el Museo Sacro de Caracas abrió al público en 1993, con una exposición en la que se mostraban joyas del arte colonial venezolano —platería, tallas, vestimentas, pinturas—, pero siendo la joya central de la muestra el espacio mismo que la acogía.

En la actualidad, el museo sigue resistiendo el paso del tiempo y de los hombres, mientras que el encanto y la seducción que le son propios permanecen intactos, haciendo de este lugar una rica veta para explorar nuestra historia sin prejuicios y con ánimo crítico.

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