Miguel Angel. El escultor.

 


 

 

Por Susana Benko.

Cuando Miguel Ángel Buonarroti talló su primera Piedad, tenía apenas 23 años. Realizó esta pieza por encargo del cardenal Jean de Villiers, quien deseaba tenerla en su tumba cerca de la antigua iglesia de San Pedro. Para realizarla, Miguel Ángel viajó a Carrara para escoger el bloque de mármol adecuado. Terminó la obra en 1499, tres semanas antes de la muerte del cardenal.

La escultura representa a la Virgen joven, hermosa, sin vestigios del paso del tiempo. Sin embargo, sostiene el cuerpo inerte, ya adulto, de su hijo Jesús. No quiso mostrarla envejecida porque así preservaba ese ideal de Belleza muy propio del espíritu renacentista de entonces. La tersura de su rostro, los pliegues del vestido y la anatomía del cuerpo de Jesús demuestran la maestría que Miguel Ángel tenía de la técnica del cincelado a tan temprana edad. Y es que, para él, hombre profundamente religioso, las acciones humanas eran circunstanciales y por ello el arte debía ser la superación de ambiciones materiales. Por eso su objetivo fue expresar de este modo la Belleza ideal, la Belleza sublime.

Miguel Ángel es, con Leonardo Da Vinci y Rafael Sanzio, uno de los grandes artistas florentinos de finales del Cuattrocento y de la primera mitad del siglo XVI. Tal como vimos en nuestro relato anterior, fue arquitecto, pintor e incluso poeta.

Aprendió las técnicas de la escultura en el taller de Bertoldo di Giovanni, quien fuera alumno de Donatello. Estudió a los escultores de la antigüedad griega y romana, y al mismo Donatello. Realizó minuciosos estudios de la anatomía humana, análisis que boceteaba en dibujos antes de tallar la piedra. Luego trabajaba laboriosamente el volumen. Con el cincel, iba quitando el exceso de material para dar forma a las figuras que, al final, se erguían de forma imponente.

Conocido su dominio en la talla en piedra, la Opera del Duomo de la Catedral de Santa María del Fiore de Florencia le encargó, en 1501, esculpir un enorme bloque de mármol de algo más de cinco metros de altura. Era una piedra prácticamente inservible luego que los artistas Agostino di Duccio y Antonio Rossellino la dañaran cuatro décadas atrás. Miguel Ángel aceptó el desafío. Se aisló durante casi tres años para trabajar. Al terminar, presentó su David, la obra monumental que lo catalogaría como el gran escultor del Renacimiento. Miguel Ángel mantuvo su altura de cinco metros, sin fragmentar el bloque por ningún lado, algo que sólo un gran maestro es capaz de lograr. Pero no cualquier maestro: uno de 29 años, con la energía y el ímpetu propios de la juventud.

Luego de controversias por su ubicación, e incluso vandalismos, el David se encuentra actualmente en la Galería de la Academia en la ciudad de Florencia.