La "Esfera Caracas", el Ávila y la acacia flamboyant
Por Susana Benko.
Se ha comentado en numerosas ocasiones que la abstracción geométrica venezolana tiene fuerte presencia en nuestras vidas debido a las monumentales obras urbanas que han devenido casi una marca-país. En efecto, un ejemplo es Color aditivo, la gran ambientación cromática que realizó Carlos Cruz-Diez en el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar en Maiquetía, considerada hoy una pieza icónica de nuestra identidad nacional.
Las obras de arte colocadas en espacios públicos despiertan con el tiempo el sentido de pertenencia del ciudadano. Más aún cuando existe la necesidad de un lugar para la diversión y el esparcimiento. Ello sucede en la autopista Francisco Fajardo a la altura del Distribuidor Santa Cecilia, en Caracas. Nadie podía imaginarse tiempo atrás que un pequeño terreno que no llega a ser un parque o una plaza en medio de la turbulencia automotriz de una autopista pudiera convocar a tantos visitantes para festejar matrimonios, graduaciones, actos conmemorativos o suscitar recuerdos personales que se guardan en incontables fotografías. Y es que fotografiarse ante la Esfera Caracas de Jesús Soto se ha vuelto un acontecimiento, mucho más con el Ávila de fondo. Arte y naturaleza es una combinación que enriquece el alma de las personas.
El arte adquiere entonces valor social, uno de los objetivos de los maestros fundadores del movimiento cinético. La Esfera Caracas, obra representativa de este movimiento realizada por Jesús Soto, fue concebida en 1992. La idea original era emplazarla en la esquina de Sociedad, en el centro de la ciudad. Pero no se pudo hacer. Luego se pensó en las cercanías de Parque Central, en la zona de concentración de varios museos. Y tampoco se pudo instalar allí. Poco tiempo después, a instancias de Alicia Pietri de Caldera, entonces Primera Dama de la República, la obra fue colocada en ese costado de la mencionada autopista en 1997. La razón: su cercanía de La Casona. La instalación fue parte de un programa creado por ella llamado Un cariño para mi ciudad.
Esta esfera naranja está conformada por 1.800 varillas de aluminio sujetadas por guayas de acero inoxidable que penden de una estructura metálica de 12 metros de altura. Ha sido vandalizada varias veces y fue restaurada en dos ocasiones, en 2006 y 2014. En ese año, 2014, fue desmontada y reubicada casi 14 metros más al oeste cuando se construyó el nuevo Distribuidor Santa Cecilia. Pese a los problemas de mantenimiento, tanto de la obra como de la jardinería, ese costado de la autopista se convirtió en un centro de reunión para caraqueños y visitantes. Lo cierto es que la Esfera Caracas, el Ávila y una acacia flamboyant ahora en plena floración, conforman un paisaje definitivamente icónico de la ciudad.