La Bauhaus. Una moderna escuela de artes y oficios

 


 

 

Por Susana Benko.

La Primera Guerra Mundial fue cruenta y destructiva. Indujo una serie de cambios en la vida de los europeos. Se hizo pertinente superar los miedos y las heridas para fomentar la voluntad de reconstrucción tanto material como espiritual de los ciudadanos en todos los órdenes de su existencia. En el caso de Alemania, por ejemplo, fueron replanteados algunos enfoques en el campo de la cultura y de la educación. La noción de “arte por el arte”, aquella que pretende estar por encima de la realidad, no fue del todo aceptada por algunos artistas que la consideraron evasiva e ilusoria. También varios desconocieron la validez del expresionismo promovido por el grupo alemán “El Jinete Azul” así como del Suprematismo ruso.

Esto significó, en la práctica, una valorización de las artesanías o “artes aplicadas”, consideradas menores por las academias de las bellas artes. El objetivo era lograr, por una parte, que el arte se vinculara con las necesidades reales de la sociedad; por la otra, reactivar la economía impulsando productos artísticos, de diseño o artesanales con criterio estético y de buen gusto.

En medio de este panorama se fundó la Bauhaus, nombre que significa: Casa de la Arquitectura o Casa de la Construcción Estatal, como la llamó el arquitecto Walter Gropius, su fundador y primer director. La Bauhaus fue una escuela de arte, diseño y arquitectura fundada en Weimar en 1919. Concibieron el “arte como una actividad responsable” considerando que la pintura, la escultura, las artesanías, el diseño gráfico e industrial son partes integrales de la arquitectura que, para ellos, era “la madre de todas las artes pues las abarcaba a todas”.

Por lo tanto, la enseñanza tuvo una concepción moderna con la que pretendían sentar las bases para la transformación de la sociedad de la época. Era una escuela única en su concepción ya que su sistema de talleres, dictados por artistas y maestros provenientes de las escuelas de artes y oficios, se sustentaba en el conocimiento y trabajo con los materiales. El eje central era la arquitectura pues para ellos todo debía concebirse según el desenvolvimiento del ser humano en el espacio. De este modo, no sólo reformaron los lineamientos de la enseñanza artística, sino que también crearon conciencia de que todo producto artístico, artesanal o industrial debía poseer una ética, además de funcionalidad y belleza. Manteniendo así su “configuración poética” hacían frente al materialismo comercial, algo que, si bien era necesario promover, no debía nunca caer en lo banal ni en el mal gusto.

La Bauhaus tuvo tres sedes y tres directores: Gropius en Weimar y en Dessau; seguidamente Hannes Meyer y luego, en Berlín, Mies Van Der Rohe. La persecución nazi fue de tal intensidad que la escuela cerró en 1933 y varios de sus profesores salieron al exilio, difundiendo luego su experiencia y conocimientos en otras latitudes.