Por Susana Benko.
¿Quién no ha oído hablar acerca del Museo del Louvre? Es “el museo de los museos”, uno de los más visitados en el mundo. Su sede fue anteriormente el palacio de los reyes de Francia, quienes ejercieron –junto a la aristocracia y la iglesia– un importante mecenazgo a lo largo de la historia del arte. Lo cierto es que este palacio abrió sus puertas como museo en 1793 y muchas de las colecciones privadas que allí se encontraban pasaron a ser patrimonio público para el disfrute de la ciudadanía. Su perfil enciclopédico se fue ampliando con el tiempo especialmente con las adquisiciones que se realizaron durante todo el siglo XIX e incluso en la actualidad.
Siendo el Louvre el museo de la historia del arte, es sumamente relevante que se haya invitado al artista venezolano Elías Crespín a instalar una obra cinética que se mantendrá permanentemente en ese espacio tan consagratorio.
Crespín nació en Caracas en 1965. Nieto de artistas e hijo de matemáticos, su obra fusiona planteamientos formales y estéticos con la precisión propia de la matemática y de la informática. Sus esculturas son móviles pues utiliza estos conocimientos para diseñar composiciones geométricas que se mueven de manera imperceptible en el espacio, como si danzaran. Se trata, en esencia, de elementos lineales suspendidos cuyo movimiento sincronizado es previamente programado por el artista para crear estas “coreografías visuales”. El tiempo, por otra parte, tiene un papel determinante ya que permite apreciar cada estado o etapa de transformación de sus piezas. Este movimiento y cambio constante fundamenta el cinetismo de Crespín.
La obra que el artista realizó para el Louvre se titula en francés Onde du midi, que traducimos como Onda del meridiano o La onda del mediodía. Está ubicada en la escalera conocida, precisamente, con el nombre Midi (Mediodía), proyectada por los arquitectos Percier y Fontaine, en la época de Napoleón I. La pieza tiene 10 metros de largo, está compuesta por 128 tubos en aluminio suspendidos con hilos cuyo movimiento –en forma de onda– es inducido por motores. La intención es crear una experiencia contemplativa en los visitantes.
Con esta obra, el Museo del Louvre celebra los 30 años de la construcción de la pirámide de cristal diseñada por el arquitecto estadounidense de origen chino leoh Ming Pei, inaugurada en la enorme plaza exterior en 1989.
La directiva del Museo del Louvre ha querido, desde hace un tiempo, que algunos de sus programas tengan alguna conexión con el arte actual. Por ello ha invitado con anterioridad a artistas de la talla de Georges Braque, Anselm Kiefer, François Morellet y Cy Twombly a intervenir algunos de sus espacios.
Corresponde ahora a Elías Crespín hacerlo, primer artista latinoamericano contemporáneo al que se le confiere este honor.