Arte y juego en Asdrúbal Colmenárez

 

 

Por Susana Benko.

Para Asdrúbal Colmenárez, artista muy querido y lamentablemente fallecido en días pasados, el arte debe activar la capacidad perceptiva del espectador. De esta manera, buscaba inducirlo a ser partícipe con la obra. Su propuesta fundamental era hacer de esta, un juego, un hecho casi «mágico» en permanente transformación. Entonces, más que la sola contemplación, el arte debía ser una experiencia viva. Desde los años finales de los sesenta, esta idea fue constante en sus búsquedas.

Además de pintor y escultor, fue un artista-inventor. Mantuvo siempre el criterio de obra en proceso. De allí sus Táctiles psicomagnéticos, obras de apariencia bidimensional y abstracta, cuya imagen varía al infinito al cambiar el espectador los elementos constituyentes de la composición. Siguieron Alfabeto polisensorial, 37 piezas para armar, las Psicograffitierras, y muchas más. Destaquemos por ahora sus "máquinas para dibujar". Los Psicomecánicos realizados en 2012, también llamados Drawintor, son máquinas para «dibujar a cuatro manos»: con estas el espectador traza líneas horizontales o verticales sobre una superficie. Se manipulan manualmente mediante dispositivos y también eléctricamente con un motor. Colmenárez para esto aplicó su tecnología particular: una concebida casi artesanalmente, por lo que la transformación de la pieza se vuelve un hecho mecánico y manual. Al final, se cumple el objetivo de un arte como un hecho social.

Accionar con la obra es parte del juego. Este componente lúdico está presente en las diversas modalidades de máquinas que el artista concibió. Sus propuestas seducían, provocaban y, por supuesto, invitaban a la participación. Así, unas cajas lumínicas —algunas en pared, otras como mesas de juego— fascinaban por la transformación del color a través del dibujo, o bien, por el cambio de posición de sus dispositivos. En estas obras, llamadas Psicorrelativas, el color se acentúa con la luz.

No solo el sentido de la vista es seducido por el color. En los Psicografitierra (serie que el artista concibió en 1978), la idea era seducir al espectador mediante la percepción táctil de la materia. Son piezas hechas para tocar. Sobre su superficie de acero imantado, el público crea sus propios trazos dejando sus huellas en el polvo metálico.

Esto apenas son unos breves ejemplos que denotan el espíritu inquieto y creativo que siempre ha tenido Asdrúbal Colmenárez. En 1980 escribió: “Es pensando en una forma de expresión colectiva que yo realizo mi trabajo”, y más adelante agregó: “Todos necesitamos del intercambio en un proceso de aprendizaje, del crecimiento de nuestro conocimiento subjetivo, de la crítica imaginativa. Es así que podremos ir más allá de nuestro ambiente espacial y temporal tratando de encontrar, construir, inventar nuevas situaciones”. El arte, entonces, concluimos, va más allá de su aspecto material y contemplativo. Trasciende límites y circunstancias y se vuelve un acto liberador.