Vanguardia en Rusia (I). El rayonismo
Por Susana Benko.
A finales del siglo XIX y principios del XX, los artistas e intelectuales rusos tuvieron gran interés por las transformaciones culturales que estaban ocurriendo en Francia. Participaron en exposiciones en París y conocieron los movimientos de vanguardia del momento. Todo ello generó cambios muy interesantes en el arte moderno ruso y fomentó el coleccionismo en ese país. Lejos estaban de imaginar que los sucesos políticos ocurridos en Rusia a partir de 1917 -que muchos genuinamente apoyaron- acabarían paulatinamente con este periodo de creatividad y de esplendor, sobre todo luego de la muerte de Lenin en 1924.
Y es que justamente en las primeras dos décadas del siglo, los artistas rusos viajaron e intercambiaron ideas con otros artistas en Europa. Publicaron numerosas revistas y organizaron exposiciones de vanguardia. Tradujeron al ruso el “Manifiesto Futurista” del poeta italiano Filippo Tommaso Marinetti y varios se adhirieron a este movimiento creándose así el grupo futurista ruso. Al igual que los italianos, promovieron un arte de acción que se sustentaba en los temas de la vida moderna. Se interesaron por todo.
El arte abstracto, tendencia perseguida y prohibida en Rusia años después, tuvo tres manifestaciones interesantes: el rayonismo, el suprematismo y el constructivismo. Dediquemos unas palabras al primero de ellos: el rayonismo. Básicamente lo desarrollaron dos artistas: Mijail Larionov (1881-1964) y su pareja Natalia Gontcharova (1881-1962). Ya desde 1909, sus obras habían impactado en el escenario plástico ruso por la manera como integraron una figuración muy expresiva, considerada 'primitivista', con las tradiciones rusas populares. Poco tiempo después buscaron crear un nuevo estilo pictórico que no estuviese sujeto a las normas académicas tradicionales. De allí el ‘rayonismo’, término proveniente de los estudios que Larionov realizó de la intersección de los rayos de luz sobre los objetos. A raíz de este análisis, él y Gontcharova buscaron descomponer el motivo representado en sus pinturas con haces de luz expresados mediante líneas oblicuas de color. Sus obras presentan, por esta razón, gran pulsión y dinamismo en la composición. Aunque no abandonaron del todo la referencia a la realidad exterior, esta investigación dio como resultado una pintura de apariencia abstracta muy dinámica por la dirección diagonal de sus trazos punzantes. Sintetizaron, asimismo, aspectos esenciales de tres movimientos vanguardistas populares en ese momento en Europa: la representación fragmentada del espacio de los cubistas; la movilidad desenfrenada de los futuristas y los ‘rayos punzantes’ de color que materializan la luz al modo de los orfistas.
Si bien el resultado fue novedoso, los rayonistas no desdeñaron las formas del pasado. En su “Manifiesto” de 1913, señalaron que estas “formas, al igual que la vida, no son más que puntos de partida hacia la perfección rayonista” y, en consecuencia, “hacia la construcción de un cuadro”. En este escrito definieron a la pintura como “una impresión fugaz”, idea que parece premonitoria puesto que el rayonismo, como movimiento plástico, desapareció ese mismo año de 1913.