Un crítico que canta
Por Rafael Castillo Zapata.
Orden, distribución, ritmo: como historiador del arte y como curador, Luis Pérez Oramas, cada vez lo compruebo con mayor fuerza y alegría, actúa siempre como un poeta. Como poeta ha conocido la experiencia fundamental de hacer un poema, de construir un edificio de palabras que se sostenga airoso en el espacio y en el tiempo, desarrollando el difícil arte de la combinación, de la asociación de ideas y de imágenes, de la distribución acompasada, regulada, de las cargas sonoras, del diseño minucioso de las cadencias y de las resonancias, en fin, del atento control de lo que, en resumidas cuentas, atañe, por encima de todo, a la música. En este sentido, pues, como poeta, Pérez Oramas es un compositor. Y es en esta misma dimensión de la experiencia creadora donde hay que instalar la tarea del crítico y de historiador del arte, de curador y de conferenciante y maestro, que Pérez Oramas, de oficio, desempeña. Sus exposiciones, sus artículos, sus libros, sus cursos y discursos están dominados por esta sabia ars compositiva, erudita y refinada, cadenciosa, bella.
No es para nada frecuente que algo así pueda decirse a propósito de la escritura de alguien que, como Pérez Oramas, es sin duda alguna, a sus sesenta años, una autoridad en su campo, al nivel, me parece a mí, por la complejidad de sus intuiciones y sus concepciones teóricas, y por la refinada y exquisita naturaleza de su erudición, de las grandes figuras de la crítica y de la historia del arte contemporáneas, a la altura de sus insignes maestros de Francia, un Louis Marin, un Hubert Damisch.
No es frecuente, no, que refiriéndonos a la labor de un especialista de esta magnitud, nos detengamos a considerar la calidad de su escritura y tengamos la necesidad de hacer referencia a la belleza de su discurso, a la belleza de sus teoremas, digamos, planteados con la gracia y la profundidad con las que plantea sus poemas. El ejercicio temprano, muy temprano en él, de la poesía le ha dado el fundamento para que, hoy en día, la prosa crítica de Pérez Oramas sea una de las más elegantes, sin dejar de ser por ello profundísima en sus planteamientos y conocimientos y arriesgada, a la vez, en sus cuestionamientos y sus proposiciones, de las más destacables, y ya destacadas, en el panorama de los estudios de estética contemporáneos, y me atrevo a decirlo, en cualquier lengua.