Malcolm Lowry. Novelista de su vida (4)

 


 

 

Por Rafael Castillo Zapata.

Malcolm Lowry fue un escritor que mantuvo, desde muy joven, una correspondencia melindrosa, minuciosa, profusa -a veces difusa- y siempre prolija, con sus amigos, su familia, sus editores, sus esposas.

Ese voluminoso material epistolar es, por sí solo, una mina portentosa de detalles y de datos, muchos de ellos sorprendentes, a veces casi extraordinarios, bien sea por lo dolorosos que son o por lo cómicos que pueden resultar.

Y, no obstante, esa rica memoria personal acumulada en misivas que son, a la vez, y cómo no, autorretratos, se ve enriquecida, refinada y afinada por otras fuentes no menos sustantivas y sustanciosas: todos los numerosos y generosos testimonios y recuerdos proporcionados por todos aquellos que convivieron de algún modo con él y padecieron y disfrutaron de sus delirios, de sus farsas, de sus quejas, de sus intemperancias y de sus ironías, son ahora material inapreciable para el biógrafo. Gordon Bowker echa mano de todo este cúmulo de información para elaborar un inteligente y persuasivo relato sobre la vida y la obra de Malcolm Lowry.

En Perseguido por los demonios asistimos, así, al despliegue de una mirada histórica y crítica a la vez, capaz de dar cuenta, con pasión y precisión, de una existencia tan compleja y trágica como la del atribulado narrador que se retrató a sí mismo en Bajo el volcán como aquel cónsul patético cuyo mundo espiritual corresponde al universo cabalístico de “los detritus y de los demonios”, regido por Belcebú, “dios de las moscas”.

Pero todo ese material resulta tan denso y tortuoso a veces que el biógrafo se ve excedido a menudo por su enormidad. Por eso, al principio de su libro, Bowker apunta: “Tratar de seguir la vida de Malcolm Lowry es como internarse sin mapa en un laberinto de callejones perdidos, lejos de la civilización. El propio laberinto es un salón lleno de sombras y de espejos deformantes, rotos algunos de ellos. En la penumbra a veces logramos ver una figura con diferentes disfraces, que nos atrae como un fuego fatuo que apareciera primero en un lado y después en otro. La búsqueda se vuelve más confusa todavía por la intervención de otras, que van en dirección opuesta y ofrecen consejos contradictorios sobre el camino que se debe tomar. Danza alegre, a veces agotadora, pero siempre estimulante”.

En efecto, tan estimulante ha sido para él esa danza laberíntica, que su biografía es, sin duda, un excelente mapa para orientarse en el vasto dédalo de la vida de Lowry.