Malcolm Lowry. Novelista de su vida (1)

 


 

 

Por Rafael Castillo Zapata.

Es posible, como piensan muchos de sus críticos y de los que estuvieron muy cerca de él durante su vida de escritor, que Malcolm Lowry haya sido autor de un solo libro, novelista de una única novela: en realidad no hay mucho más antes o después de la construcción de ese libro fundamental para la imaginación narrativa moderna que es Bajo el volcán.

Alrededor de ella giran las demás obras, pero ninguna puede equiparársele; si se leen, si se siguen leyendo es porque pertenecen a la órbita donde gira su vertiginoso planeta. Es posible, por otra parte, que las cartas de Lowry sean más ricas y creativas que muchas de esas obras inconclusas, interrumpidas, que acompañan, en la sombra, bajo su sombra, como satélites, el portentoso rastro de aquel astro. Es posible, por otra parte todavía, que su propia vida sea lo más novelesco de todo lo que construyó: su biografía es, realmente, una apasionante y dolorosa novela llena de asombrosas peripecias y sucedidos, como diría el poeta Lezama Lima.

Y es que, me parece, en muchos sentidos, Lowry construyó él mismo su propia vida, ayudado por sus demonios personales y por lo que él presintió siempre como fatum, lo impredecible y a la vez inevitable de un destino, de una ruta misteriosamente trazada por la que se desplazó con valentía, superando todos los terrores, los horrores y los desastres. Pero lo que el destino le puso por delante y le impuso como prueba, por más absurdo, espantoso e inexplicable que pudiera ser, Lowry lo agarró por los cuernos, por así decirlo, y lo domó, no sólo escribiendo, sino viviendo una vida que fue, que él quiso que fuera, dramática, una continua representación consciente y deliberada de su propio infortunio y de su propia genialidad. Vivió la vida como una novela y lo que noveló, en todos los casos, de manera especialmente grandiosa en Bajo el volcán, insistimos, fue su vida.

Frente a sus obras es difícil definir la frontera que separa la realidad de la ficción; esta frontera, obviamente, siempre es difícil de definir, sobre todo en los grandes escritores; pero, en su caso, se trata de una auténtica confusión e indiferencia de escenarios como lo veremos en nuestra próxima entrega.