Forma y estructura en los libros de María Fernanda Palacios. Tres: Las notas al pie
Por Rafael Castillo Zapata.
Como en los retablos del temprano Renacimiento, las notas al pie de los ensayos de María Fernanda Palacios, me parecen de pronto como predelas, esas tablas bajas pintadas con escenas alusivas que constituyen la base de la tabla superior donde se representa la escena principal de la pieza. Como en la vívida conversación que en esos retablos se establece entre la tabla superior y la que la complementa por debajo, así en los ensayos de María Fernanda Palacios el diálogo entre el texto y las notas es una no menos vívida interrelación de las múltiples voces que organizan todo el conjunto, como en una danza, como en una contradanza coral en la que cada gama de tonos, arriba y abajo, interactúa con la otra para componer una orquestada, contrapuntística y armónica melodía global, doble y única, múltiple y completa. De este modo, los textos anotados de Palacios se despliegan para ser leídos, en cierta medida, como partituras. Se ofrecen a la mirada del que lee a la vez en el espacio y en el tiempo de la página e invitan, como en la célebre tirada de dados mallarmeana, a una lectura simultánea de sus contenidos, mutuamente reflejados.
Vale la pena advertir, además, que las notas al pie en los ensayos de María Fernanda Palacios son, literalmente, textos de sostén, donde se tiene en pie, pues, el texto que arriba discurre, y que no podría discurrir como discurre sin el apoyo de ese pie a riesgo de dar un traspiés. Quiero decir que, en su caso, no se puede dejar de leer lo que corre entre los pies, atento a los pasos del baile que, en el fondo, leer, con ella, es.
Por eso colocar esas notas al final del texto central de los ensayos destruiría el perfecto equilibrio compartido de la página partida y repartida en dos que ella organiza. Puestas al pie, como es, las notas exigen ser leídas de un solo golpe de vista, arriba y abajo, abarcador, como si miráramos, en bloque, un dibujo o una tela pintada. Pinturas, partituras, las páginas anotadas de Palacios pertenecen, de este modo, a un tipo de escritura que es a la vez visual y musical, además de semántica y argumental.