El caso Nadja. Una muchacha telepática (2)
Por Rafael Castillo Zapata.
El escenario donde se desarrolla la historia de la relación con Nadja es, por supuesto, un cierto ámbito de París que le resulta familiar a Breton, y la forma que éste elige para narrar sus peripecias con el personaje es, precisamente, la del diario: esta parte del libro funciona como una bitácora, como el registro consecutivo de una experiencia que se ha desarrollado durante varios, más bien pocos, días, entre el 4 y el 13 de octubre de 1926, para ser exactos, cuando, después del misterioso encuentro en el Hotel Príncipe de Gales, del cual Breton no cuenta nada, la peculiar pareja se separa. La relación continuará luego por medio de cartas, hasta febrero de 1927. Pero el corazón de la aventura, su sustancia principal, está registrada en esos apenas 10 días de intensa frecuentación.
El libro de Breton es el testimonio documental de esta experiencia. Si el estilo es tan densamente filosófico como poéticamente expresivo, en la medida en que se trata de un texto rico en imágenes, en analogías intrincadas y en especulaciones alegóricas cuya sustancia son los sueños, la memoria y la fascinación erótica; si, por otra parte, el cartesianismo de Breton le impide escribir un libro más cercano a los libros inspirados de Nerval, como Las hijas del fuego o Aurélia, que merodean de un modo melancólico y arrebatado por los mismos predios por donde deambulan, fantasmagóricas y enigmáticas, las diversas encarnaciones del eterno femenino que vinculan a Nadja con sus antepasados literarios; lo que salta a la vista, como obra representativa de su autor, es el carácter experimental que domina su concepción y su elaboración.
Nadja es a la vez un autorretrato y una investigación de los misterios de la psique en general y de la psique femenina en particular; es una crónica de París tanto como la biografía sentimental de una enferma mental aureolada por los resplandores místicos de la santidad y de la profecía; la historia, en fin, de una vidente que se topa con un poeta predispuesto en todo momento, curioso impertinente, a establecer contacto con lo maravilloso, con lo inusitado, con lo inexplicable que nos muestra que lo posible es más amplio que lo real.