Cristo, el buen pastor.
Por Humberto Ortiz.
La imagen del buen pastor es un referente bíblico que se reprodujo en las paredes de las catacumbas, en los sarcófagos, en los relieves, en esculturas, en pinturas, en mosaicos, y se hizo, para la historia del arte, la imagen representativa del cristianismo romano.
La idea de Dios como un buen pastor se remonta al libro de los Salmos: “El Señor es mi Pastor; nada me puede faltar” (Sal 23: 1), y a las palabras del mismo Yahvé en Ezequiel: “Como un pastor que cuida de sus ovejas cuando están dispersas, así me ocuparé de mis ovejas y las rescataré de todos los lugares donde, en un día oscuro y de nubarrones, se hayan dispersado.” (Eze 34:12)
Iconográficamente este tema está representado en los primeros tiempos de nuestra era por un joven imberbe, vestido con una corta túnica, generalmente hasta las rodillas, calzado con altas sandalias, portador de un cayado o de una flauta y que sostiene sobre sus hombros un cordero. A veces está también acompañado por dos animales a sus pies. Los cristianos podían aludir así a la parábola de la oveja perdida referida en los evangelios de Mateo (Mt 18:12-14) y de Lucas (Lu 5: 3-7).
Las imágenes de pastores jóvenes portadores de corderos, carneros o terneros fueron muy frecuentes en la iconografía antigua. El Moscóforo ateniense del siglo VI antes de Cristo, nos sirve de paradigma y nos permite barruntar que algún valor simbólico del paganismo pastoril de la vida mediterránea fue heredado por el nuevo ideal cristiano de la salvación.
Las imágenes del buen pastor se hicieron muy populares en los ámbitos funerarios, como una alegoría de Cristo, el hijo del Dios único, hecho un adolescente que logra reunir a su rebaño en tranquilidad y amable reposo.
“Y vio a Jesús que pasaba y dijo: He aquí el cordero de Dios” relata Juan el evangelista (Jn 1: 36) Si para el paganismo el sacrificio de un animal traía las bendiciones de los dioses; en el cristianismo, el hijo del hombre se ofrece por el perdón de los humanos. “Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por sus ovejas” (Jn 10:11), proclama el propio Jesús y anuncia que por su muerte vendrá la salvación eterna.
El mosaico de un buen pastor situado en el interior del tímpano de entrada del Mausoleo de Gala Placidia en Ravena, muestra la influencia del naturalismo idealista del arte romano en las representaciones cristinas de entonces. Fue realizado entre los años 425 y 436, cuando el Imperio Romano apenas comenzaba a separarse en dos culturas diferenciadas.
En este mosaico, Cristo está sentado sobre una roca y le rodean seis ovejas. Es un joven de hermosos rasgos, semejante a un Apolo. A diferencia de las otras imágenes paleocristianas, este Cristo pastor no carga un cordero, viste una túnica de oro con una franja azul y un manto de púrpura real le cubre las piernas y el hombro; en una suave torsión del cuerpo alimenta con la mano derecha una oveja que se le acerca por la izquierda. Para resaltar la santidad de la imagen, está adornado con un nimbo y apoyado en un cayado en forma de cruz. Podría identificarse con un santo y noble emperador rodeado plácidamente de sus fieles.