La Villa Planchart de Gio Ponti, “una gran mariposa en la cima de la colina”

 


 

 

Por Álvaro Mata

Fueron Armando y Anala Planchart una próspera y distinguida familia venezolana, cuyo buen gusto y pasión por la arquitectura motorizaron la construcción en Caracas de la “Villa Planchart”, también conocida como “El Cerrito”, obra del célebre arquitecto italiano Gio Ponti, considerada una de las diez casas más importantes de la modernidad.

La historia es la siguiente.
El matrimonio Planchart viajó a Milán y concertó una cita con Ponti. “Yo quiero una casa sin paredes, para poder ver el cerro que está al fondo de la ciudad”, le propuso ella con firmeza. “Tenemos una colección de más de 2000 orquídeas que queremos dentro de la casa”, remató él. La claridad y extrañeza de la propuesta no pudieron más que seducir al padre de la modernidad arquitectónica italiana.

A través de cartas, Ponti envió varios bocetos con sus propuestas, hasta que llegó el momento de viajar a Venezuela para conocer los terrenos que ocuparía su obra, ubicados en una colina de San Román con vista de 360 grados al valle de Caracas.

El encuentro de Ponti con la ciudad fue amor a primera vista, y así lo dijo sin empacho: “Caracas, tal como es hoy, puede convertirse no solo en una estupenda ciudad moderna, sino en la más bella ciudad moderna del mundo”.

La construcción de la Villa Planchart se realizó entre 1954 y 1957, y el resultado fue un volumen rectangular cerrado cuyos ángulos no se tocan, cubierto por un ligero techo que flota sobre las cuatro fachadas, y amplias ventanas de formas abstractas salpican los blancos muros exteriores, que bañan de luz natural el interior.

Siguiendo los preceptos del “diseño total”, Ponti creó pisos, techos, muebles, lámparas, cerámicas, textiles, manillas de puertas, vajillas, objetos de vidrio y todo tipo de accesorios, con el leitmotiv del sol y la luna, que representaban al matrimonio Planchart, y con el monograma de doble A correspondiente a los nombres de Anala y Armando. De igual manera, Ponti habilitó espacios para la colección de orquídeas de la pareja integrándolas a la arquitectura, y los trofeos de caza de Armando, para los que diseñó un ingenioso dispositivo que oculta los animales en las paredes cuando se desee.

El diseño realizado por Ponti fue una casa liviana, “gentil como una gran mariposa en la cima de la colina”, según sus palabras, y su materialización es el tributo al amor de la pareja y a la entrañable amistad que los unió con el arquitecto.

“Debo decir que este fue el trabajo más placentero que he hecho, porque la solicitud siempre fue inteligente, clara, discreta, hecha con una amistad sincera por estas dos personas incomparables, a quienes yo les dediqué este proyecto”, diría Ponti. Y agregaría: “Esta casa es mi joya”.

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