Las Sabiduras de Gego

 


 

 

Por Álvaro Mata

Fue Gertrud Goldschmidt una mujer de discreto hablar, parco, preciso: “Yo no sé conversar, y además mi castellano…”, dijo en una entrevista quien llegaría a Venezuela a los 27 años de edad proveniente de su natal Alemania. Y las pocas declaraciones públicas que ofreció se referían, escuetamente, a su obra. Por eso constituyó un suceso particularmente significativo para el mundo de las artes visuales la publicación en el año 2005 del libro Sabiduras y otros textos de Gego. Son apuntes, fragmentos, jirones, anotaciones selectas que la artista guardó en un sobre legado a sus herederos, especie de mensaje en una botella que encontraría su destinatario una década después de su fallecimiento.

Organizado por las investigadoras María Elena Huizi y Josefina Manrique, y publicado por el Centro Internacional para las Artes de las Américas (ICAA, por sus siglas en inglés), el Museo de Bellas Artes de Houston y la Fundación Gego de Caracas, el libro está dividido en dos partes: “sabiduras”, correspondientes al legajo mencionado, y “testimoniales”, que recoge comentarios dispersos publicados con anterioridad que complementan las ideas de la primera parte.

Al asomarnos a estas Sabiduras somos testigos privilegiados de las ideas de la artista sobre su trabajo, la educación y el arte en general. Y privilegiados somos, porque si algo sabe Gego es despojar el camino para llegar a la nuez del asunto que quiere transmitir. Es célebre su capacidad para conceptualizar con precisión. Así, en este tomo nos aclara enfáticamente que las suyas no son esculturas, con esta máxima: “Escultura: Formas tridimensionales de material macizo. ¡NUNCA LO QUE HAGO YO!”. También nos señala que le “interesa la estructura, la transparencia” “para apreciar completamente una forma desde todos los ángulos de observación”, y que lo suyo es “Hacer visible lo invisible/ Transformación de la intuición/ en saber”. Reitera su comprensión de “La línea como objeto para jugar”... Y, de esta manera, a partir de líneas de este tenor, los investigadores de arte han ido tejiendo un discurso crítico que ha ayudado al entendimiento de tan enigmática obra.

Con un lenguaje condensado que hace honor a su proverbial carácter introvertido, en Sabiduras y otros textos de Gego encontramos una voz cercana a la sabiduría, pero que aún está en tránsito a ella, según lo indica el afortunado fallo gramatical de la ausencia de una “i”. Entonces, este gesto abre el paréntesis a la sorpresa y lo lúdico a partir de un aparente error, cónsono con su planteamiento estético. Porque como dice la misma Gego: “Mucho saber mata, en cierto modo, lo creativo”.

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